2.9.12

Bicotomía.



Ésto iba a ser lo que se llama una carta. Una carta para ti. ¿Pero sabes qué? Es demasiado poco personal. No quiero decirte otra cosa que no sea sobre lo que me hace latir día a día o lo que me aprieta la aorta. Decirte que el granizado de limón no me gusta, salvo cuando me duele la cabeza. Sí, bueno, ya sabes, como un método para martirizarme aún más. Y lo suave que está la ruedecita del ratón, ¿eh? Dan ganas de dormir acurrucada a ella. Que la oscuridad me inspira. Cuando enciendo la luz para apuntarlo todo, huye volando. Me gusta llevar los cordones sin atar, metidos por dentro de las zapatillas. Es libertad, desorden. Algo que no me define pero quiero que lo haga. ¿Y qué me dices de los bolis BIC? Nadie puede decir que no son los más cómodos. Yo sí he gastado un boli BIC. De hecho he gastado barbaridades de bolis BIC. Mucha de la culpa la tienen estos folios, sobre los que intento escribirte. Pero su pobre tinta pocas veces se ha quedado fuera de mi rango vital. Mis ojos, mis pulmones, mi piel; formados por una paleta de color azul BIC. Podría ser algo que decirte, sí, pero casi mejor que lo dejo aquí, en mi bicárea, asegurándome de que no lo leerás jamás.


1 comentario:

  1. Dios... que aplastante es esa seguridad de tener claro que él nunca lo leerá

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Perdida pensando qué harás, paso noches enteras sin soñar; sentada, sufriendo, y tú no estás...