Entras al cine después de mucho tiempo y piensas que el sonido está demasiado alto, te retumban los oídos, tu cuerpo vibra y tu corazón se acelera al compás de las escenas voluminosas o despampanantes, teniendo la necesidad de ponerte el cinturón de seguridad. Ida a otro mundo en un oscuro viaje. Y vuelta en un claro silencio efímero. Una mezcla de comodidad e incomodidad maravillosamente embriagadora.
En ese momento se llena tu pecho.
Te tumbas en la cama pensando que te pesa demasiado o que te duele y necesitas algo donde aplastarlo y sentir, o dejar de sentir, que se va a separar de ti en cualquier momento. La música entra dentro y se apodera de tu cuerpo, se complementa con el oxígeno de tus pulmones y forman un perfecto torbellino que espirarás y aspirarás una y otra vez con todas tus fuerzas como nunca lo has hecho.
Brillantes notas agrupan en un estrepidante ritmo muy de vez en cuando tus latidos con ese fotograma y esa banda sonora inolvidables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario