20.4.11

Conversión ineludible.



Tiene piel de monstruo, corteza de escorpión, alma rebelde... Se levanta cuando el sol se pone y la luna se esconde como una quimera, y adquiere sus cualidades a lo largo de su vida: ojos grises de gato al acecho con pupilas blancas, plumas de erizo erizado, papilas de alquitrán, garras de nicotina, hocico mocosonoro, trasero esperpéntico y pies afilados. Encantador, más veces desencantador de ilusiones, quieto. Aparece, desaparece, vuelve, espira cactus, resoluciona.

Una cáscara de cristal a la que no te puedes acercar; pero si fuese posible, apoyaría mis manos en él, alrededor de mi cara, para que no reflejase en el punzado vidrio al intentar ver qué entra y sale de su maldito interior. Y, sobre todo, con la cabeza apoyada en su pecho y mis brazos rodeando su cintura, le suplicaría que parase de agarrar los suspiros nada más salir de mi garganta para retorcerlos con el fin de convertirlos en sollozos.

Hasta que mi verde deje de sobrellevarlo para verlo en el espejo.


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Perdida pensando qué harás, paso noches enteras sin soñar; sentada, sufriendo, y tú no estás...