15.6.10

Etapa.




Cuando siente que su vida está vacía de valor y quiere que acabe –que no acabar con ella (tan solo un edificio mal construido, un conductor descuidado, un atracador insolente, un accidente domestico…)− el estar en una situación de peligro no le recrea miedo. Ni siquiera la pura adrenalina que se siente, ya que es coacción del miedo. Su vida ha cambiado de tal manera que tener ganas de morir le hace no sentirlo. Ahora se mira al espejo y ve a alguien que no conoce; una horrible cara y unos ojos que solo piden explicaciones día tras día sin saber qué está ocurriendo, llenos de ceniza. Da la impresión de que cualquier cosa que miren va a caer abajo, incluso su verde ha dejado de ser cristalino. Un cuerpo encorvado, un estómago encogido que dejó de pedir comida, unas piernas que no quieren caminar, unas manos que tiemblan sin razón, un pecho que pesa un quintal, un corazón que late cada eón… Una persona sin valor, desagradable, a decir verdad.


1 comentario:

  1. Supongo que en ese momento de decadencia, el ser humano (como bien explicas, Alicia) olvida lo que es el miedo.
    Sin tus peores temores ni nada que te impida caer más hondo, es el momento apropiado para arriesgar y sacar lo mejor de tí mismo, porque nadie espera nada. Así, es imposible fallar; sólo puedes vencer y hacer las cosas lo mejor que sabes.
    Un texto con materia para debatir, Alicia!!
    Me encanta, ;)

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Perdida pensando qué harás, paso noches enteras sin soñar; sentada, sufriendo, y tú no estás...